21 de octubre de 2007

Reflexiones e interrogantes sobre el juego de la Política Internacional

Ignacio Tomás Liendo
La Política es la forma en que las sociedades, a partir de sus liderazgos, consensuados o no, legítimos o no, estructuran sus relaciones en orden a un supuesto interés general; en el contexto definitorio de una serie de restricciones o incentivos identitarios o culturales (entre tantos otros).

Lo que denominamos “modernidad euro - céntrica” (y luego sus apéndices y luego “otras - céntricas”), no sólo moldeó y en gran medida aún moldea en función de sus intereses cierta “sociedad internacional” desde por lo menos quinientos años a esta parte, si no que proveyó una herramienta institucional determinante a partir de la cuál, otras sociedades, nuevas o viejas, tradicionales o de aluvión, se dieron para sí la posibilidad de gestionar sus intereses. Nos referimos al Estado – Nación.

Es así como se consolida en el tiempo y hacia nuestro presente, un proceso civilizatorio que tiene a ese Estado, como institución, y a ciertos Estados con nombre, apellido, y código postal, como actores principales de la trama de lo “internacional”.

Obsérvese cómo este último término denota los rasgos identitarios de “lo nacional” proyectado a ese mega escenario de “lo internacional”, a través de los canales burocrático – institucionales del Estado. La Nación se da entonces el Estado con el que movilizar sus intereses, o los Estados construyen Naciones a partir de las cuáles movilizar intereses preexistentes o potenciales. Pero es siempre el Estado el “caballito de batalla” (o de Troya) de lo relacional, ahora sí, a escala planetaria, o más a tono con ciertas unicidades, a escala “global”.

Concretamente, y en estos sentidos, la Política Exterior es el conjunto de los lineamientos de los estados hacia el sistema internacional. Es la forma en que estos se insertan en el mundo, se proyectan al escenario internacional, aparentemente, en función de sus intereses.

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